María
Eugenia Ramos
En el primer volumen de Los
orígenes del totalitarismo,
"Antisemitismo", Hannah Arendt desarrolla ampliamente su
hipótesis sobre cómo construye su rol la víctima. De qué manera
cae en la trampa de la identificación con el estereotipo social
ideado por el victimario.
Para ello, la politóloga (como
ella se definía), analiza los diferentes elementos y circunstancias
que hicieron posible la falta de reacción por parte de los judíos
que continuaron, pacíficamente, en un lugar en el que fueron
eliminados masivamente, ante la inacción, no sólo de otros grupos
sociales, sino de los judíos de los diferentes países, donde los
nazis invadieron y extendieron su genocidio imperialista.
De tal manera, Arendt nos
advierte que por cada situación política de victimización (ella
define al "antisemitismo" como: "el gran concepto
político"), los grupos victimizados deberían identificar
aquellos elementos en los que se están reconociendo y hacen posible
la articulación con la mecánica impuesta por el victimario.
Las estadísticas laborales a
nivel mundial, respecto de las mujeres son preocupantes.
Voy a citar como ejemplo una
estadística referida en el trabajo realizado por el Dr. Wojciech y
la Dra. Peliza, en el año 2006, publicado por la Revista de
Derecho Laboral y Seguridad Social.
Dichos juristas, a propósito
del fenómeno mundial de la "flexibilización laboral"
y la existencia de "empresas tercerizadoras",
advierten que una nota alarmante de las contrataciones atípicas en
Europa, es que cuando se trata de contratos con jornada reducida o
por tiempo determinado o temporarios (eventuales) "las
estadísticas europeas señalan que en el continente más del 80% de
los contratados de esta forma son mujeres...", "...lo
que advertiría a las instituciones europeas sobre la posibilidad de
una discriminación por razones de sexo."
Más allá del estereotipo
social que se nos quiere imponer a las mujeres, sobre cómo se debe
ser "mujer", qué es lo que hace de nosotras, un grupo
social tan sistemáticamente victimizado?
Quizás, y en primer término,
es el que se nos modele de forma artificial una única forma de "ser
mujer".
Así como no existe una sola
manera de "ser hombre", las mujeres también buceamos en
nuestra amplia diversidad.
En un reportaje a Hannah Arendt
le preguntaron si había tenido muchas dificultades por moverse en un
mundo tan característicamente masculino como el de la filosofía y
ella respondió que para ella no fue una dificultad porque siempre
hizo lo que le interesaba, sin preguntarse si una mujer hace eso u
otra cosa.
Hay muchos clichés altamente
machistas que pululan los discursos de hombres y mujeres, como, por
ejemplo, que una madre siempre hace todo por sus hijos y se habla de
"el instinto maternal", como si fuésemos animales
instintivos, cuando la característica de todo ser humano,
justamente, resulta de ser un ser cultural.
Así que la construcción del
vínculo de la madre con su hijo es eso, una construcción cultural,
no un simple impulso instintivo.
Para desmitificar tales
aseveraciones alcanza con muñirse de estadísticas.
Por ejemplo, estadísticamente,
padres y madres matan en la misma proporción. Lo que cambia son las
franjas de edades sobre las que cometen filicidios las madres y
los padres. Las madres matan a hijos de entre 0 y 6 años; en cambio,
los padres matan generalmente a hijos adolescentes o adultos.
En EEUU, las mujeres, han sido
responsables del 13 por ciento de todos los crímenes violentos entre
los años 1995 a 2000. Sin embargo esta proporción aumenta hasta el
50 por ciento en el caso de los filicidios, de acuerdo con las
estadísticas de criminalidad del FBI.
En argentina la ley que mete más
presas a los mujeres es la ley de estupefacientes y es interesante
pegar una lectura a la situación de estas mujeres presas que,
mayoritariamente, eran “independientes”, al momento de ser
encarceladas.
Hoy, en Argentina, el casi 70
por ciento de las mujeres presas en las cárceles federales de
nuestro país, lo están por la ley de estupefacientes (23.737).
Los delitos por los que las
mujeres van presas más frecuentemente es por comercio en pequeñas
cantidades (comercio barrial) y tráfico (mulas).
Según un trabajo publicado en
el año 2011, "Mujeres en prisión", por el CELS
(Centro de Estudios Legales y Sociales), el 85% de todas la mujeres
detenidas en el Servicio Penitenciario Federal de todo el país son
madres.
El 90 % de las mujeres madres
tiene hijos menores de 18 años.
El 60% de las mujeres madres, no
vivían con sus cónyuges al momento de ser detenidas.
La mayoría de ellas encabezaba
familias monoparentales y ejercían la jefatura del hogar, al momento
de la detención, teniendo, además, las responsabilidades primarias
en el cuidado de sus hijos y otras personas a su cuidado (por
ejemplo, ancianos).
Las construcciones culturales
están condicionadas por las necesidades, recursos y prioridades de
las sociedades.
Las personas no seguimos
instintos sino que nos guiamos por nuestro deseo. Aquello que
construyamos culturalmente será el resultado de dónde focalicemos
ese deseo.
Otro elemento importante en los
sujetos es el símbolo. Lo cultural se expresa en "el símbolo".
Los animales emiten signos (mover la cola, inflar las plumas, etc.),
las personas construimos símbolos que representamos de acuerdo a las
convenciones intersubjetivas.
Y esas construcciones culturales
no son sólo conscientes sino y, quizás, sobre todo, inconscientes.
Quizás, cuando enviamos un
"feliz cumpleaños" o ponemos "me gusta" a fotos
de amigos, en facebook, no estemos queriendo expresar la importancia
de la amistad sino que expresamos la anuencia sobre una nueva manera
de evitar negociar en el conflicto que nos generan las relaciones con
un "otro".
Hay un discurso supuestamente
feminista que dice que las mujeres podemos hacer todo solas porque
estamos capacitadas para hacer muchas cosas al mismo tiempo y podemos
prescindir de "el hombre".
La tragedia griega nos ha
signado un lugar protagónico en su drama y nosotras, como grupo
social, probablemente, deberíamos replantearnos las herramientas con
las que construimos nuestra feminidad.
Layo, el padre de Edipo, fue un
filicida frustrado, cuya esposa, Yocasta, "soportó" por
mantener su posición social.
Ella se libera de Layo cuando su
hijo, Edipo, mata a su padre y, así, ella se casa con Edipo, a quien
el sacerdote que va a anunciarle su propio incesto, llama ciego.
Edipo se casa con su madre,
después de vengar su propia muerte con la vida de su padre.
La victima, Edipo se saca los
ojos, los mismos ojos que ya habían sido llamados simbólicamente
“ciegos”.
Como los hombres que no tienen
ese supuesto sexto sentido femenino que se nos endilga y de las que
muchas mujeres gustan de hacerse cargo.
Quizás deberíamos construir
nuestra femineidad revisando celosamente y haciéndonos cargo
adultamente, de nuestro rol en La Tragedia.
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